Y derrepente empezó a picarme la garganta. Cierto fastidio irrumpe al fondo de mi boca, una picazón ya conocida, no por favor, ahora no.
Y derrepente una gota empieza a juguetear con los pelos que tengo dentro del orificio izquierdo de mi naríz. Una gota fastidiosa, que hace cosquillas, que jode, que cae. Señal inequívoca de que se viene lo peor. No señor, no me hagas esto.
Y derrepente el calor invade mi cuerpo, me somete, me cansa, me carga de energía negativa. Casi en paralelo empieza el ardor de ojos y los estornudos impertinentes, que me revuelcan, que me dan duro, que me sacan la mierda. Ahora si tengo un problema.
¿Cómo puede ser posible que mi cuerpo se haya visto abatido por la gripe en verano? ¿Qué carajo le pasa? ¿No le parece ya demasiado el maldito sol inclemente que hay en estos días para hacerme pasar por esto? ¿No sabe acaso que mañana tengo que ir a una mina a cagarme de frio y que el estar resfriado no me ayuda?
Dios mio libérame de esto, y no me salgas con que me tengo que poner inyección porque sabes que no soporto las agujas. Que mañana amanezca bien (aunque tú y yo sabemos que no será así), y que pueda estar sin esta sensación terrible.
Invierno en verano, fiebre con sol, maldición de brujas parece esto, y de hecho que tengo algunas sospechosas.
lunes, 27 de febrero de 2012
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