miércoles, 6 de junio de 2012

¿Creo en tí?

Tengo conciencia de Dios desde que tengo uso de razón. Mi hogar es católico aunque no muy practicante (salvo mi abuela que si es del club de fans de todos los santos que conozco), estudié en un colegio católico y de adolescente hasta participé en una parroquía por varios años. Digamos que estuve cerca de Dios y de la Iglesia Católica, pero no sé exactamente en que momento me alejé o quizás, ellos se alejaron de mí.

Tuve amigos curas, muy buenos, muy cercanos. Ninguno de esos que salen en las noticias por mañosones o aberrados, tuve curas amigos, compañeros de escuela y maestros. Ninguno me defraudó, pero si le pusieron la valla alta a otros que conocí de lejos, pero que jamás permití que se acercaran por enfermos. No sé si fueron esos malos curas los que me alejaron, o si yo me alejé de los buenos.

Muchas veces escucho a personas cercanas a mí decir frases como "dejemoslo todo en manos de Dios", "Dios lo quizo así" o la popular "dale gracias a Dios por eso". Yo me pregunto ¿tendrá Dios el tiempo suficiente para hacerse cargo de todas las cosas que la gente le arrima? ¿se dará abasto Dios para cumplir con todos los deseos de la gente (por más descabellados que éstos sean)?. Cuando alguien tiene a un familiar enfermo en el hospital y le pide a Dios que lo recupere y al final este pariente muere, ¿quiere decir que Dios falló? ¿Es justo someterlo a tanta presión? ¿Es posible responsabilizarlo de todo lo que pasa en nuestras vidas?

El sentimiento de culpa lo tenemos con nosotros desde que la religión se manifiesta en nosotros, y muchas veces no nos deja vivir tranquilos. El no cuestionar los dogmas y el tener que creer a veces me resulta un poco loco y dificil de seguir. Los mandamientos no los cumplen los curas, entonces, ¿por qué tendría que cumplirlos yo?

Trato de no molestar a Dios con cosas vanales, pues sé que no le cumplo como debería. Intento ser una buena persona y no hacerle daño a nadie, aunque a veces sé que no me funciona el tema. Creo que creo, pero no sé si tanto. Al final de mi vida, al minuto siguiente de cerrar los ojos por última vez, me corro el riesgo de encontrarme cara a cara con Dios y que éste me diga: Ahora pues, ¿quién era el que no existía?. Dificil situación y a lo hecho, pecho. Ya veré si me toca disfrutar del Paraíso (no precisamente del colchón), aunque no lo creo; o pase por la incertidumbre del Purgatorio, o quizás me vaya a encontrar con muchos conocidos en el caliente infierno. O quizás solo cierre los ojos y me quede esperando en el infinito por Dios, y no termine entendiendo nunca que Dios estuvo siempre conmigo cuando estuve vivo.

Amén.