Manual del enamorado imperfecto (Capitulo IV)

CAPITULO 4 - DE SHOPPING

No hay nada mas jodido y peligroso que la siguiente frase: amor, ¿me acompañas a comprarme unos zapatos?. PELIGRO. ERROR. Tienes diez segundos para reaccionar rapido y esgrimir una excusa consistente y veraz. Pero como van a pasar los diez segundos y tu no vas a tener nada que decir, pues caballero nomas, estas formalmente invitado al mismo infierno: acompañar a comprar a tu flaca.

Es que es terrible, para llorar, sentirte atrapado en esa voragine de trapos, zapatos y carteras que para uno no tienen la menor gracia pero que a las mujeres las puede volver locas (si...mas!). Es desesperante ver como la susodicha agarra prenda tras prenda, queriendo entrar en tallas en las que ya no caben y maldiciendo su suerte por estar llenitas (despues de todo lo que comen es bien conchudo que quieran estar flacas). Y lo peor de todo es la cola de miercoles del probador, donde hay 30 mamertas esperando que un espejo y un poco de suerte haga el milagro de que se vean decentes.

Ni que decir de los zapatos, pagan barbaridades de dinero por un par de tiritas de cuero (si sera cuero tambien), con el taco altisimo para remediar la enanitud y despues se quejan que orinan marron porque los riñones los tienen destruidos.

Y lo peor de todo es que tienes que mentirles que todo les queda bien, cargar las cajas y bolsas que compran, esperar en las colas, morirte de calor o pestañear muy duro porque el aire acondicionado de la tienda ya te seco el lente de contacto.

Y ni siquiera entienden que lo unico que nos interesa a nosotros de la ropa de mujer es que en algun momento se las podemos sacar.

LECCION # 4: Sistematicamente metele la idea a tu flaca de que comprar con su mama o con sus amigas sera mucho mas entretenido que ir contigo, vendele la idea, dorale la pildora. Si no puedes hacer eso, plan B, dile que todo le queda mal, ponte antipaticaso, hazle la bronca. Es mejor asi, mejor pasar de incomprensivo a pasar de huevon. Notese que en este caso no hay solucion perfecta. Es como Alan, el mal menor.