A mucha gente no les gusta su cumpleaños, hasta se deprimen incluso por la llegada de dicha fecha. Se sienten mas viejos, recuerdan situaciones molestas o tristes, o simplemente odian ser el centro de la atencion por un dia. Es curioso porque en mi caso es completamente diferente, yo adoro mi cumpleaños. Y no necesariamente por un tema de ser el centro de la atencion de las personas que me conocen, sino porque ese dia tengo la oportunidad de ver a mucha gente que no veo muy a menudo.
Este año cumplo 28. Ya estoy bien vieja. Pero igual no me siento asi, asi digan lo contrario los envidiosos o envidiosas. El viernes 12 de setiembre abandonare los 27 para convertirme en un firme candidato a la fatidica (¿?) ruta de los 30, aunque para eso aun falten larguisimos dos años.
Y es que en realidad, como conversaba con alguien el otro dia, la llegada de ciertas lineas de tiempo (como los 30 por ejemplo) no deberian significar en uno ciertas preocupaciones o molestias. Mucho menos significa que ya se alcanzo plenitud de madurez ni el asentamiento de la imagen que tiene uno frente a los demas. Esas son huevadas. Cuantos treintones y treintonas conozco yo que se van a morir de viejos siendo los mismos cojudos de siempre. La edad fisica no tiene relacion, muchas veces, con la edad mental ni sentimental. Es un tema de tiempos, mediciones de meses y años, no mas.
Cuando uno cumple un año mas (o un año menos segun un profesor de mi chiquititud) no se puede evitar echar un vistazo hacia atras y repasar mentalmente todo lo que uno ha vivido. Recuerdo vagamente mis cumpleaños de niñez, las matines que mis papas me organizaban y que en las fotos se ven tan bonitas. Mis piñatas de ET y de un barco fueron las que mas me gustaron. Luego vinieron los cumpleaños de niño grande, en los cuales era muy pequeño para tener una fiesta de luces con amigos pero era muy grande para una matine. Luego mis primeros tonos de adolescente hasta los archifamosos tonos de mi epoca de la universidad. Recuerdo mucho mis manchas de amigos llegando a mi casa a saludarme: los del cole, los del barrio, la gente de la parroquia, los de la universidad, los de la chamba. Recuerdo mucho siempre la cara de mi mama, mezcla de susto y preocupacion por saber si las presas del pollo al horno o al sillao que preparaba (y que le salen tan ricos) alcanzarian para tanto paracaidista. Las bombas que me he metido y todo lo que he bailado y los regalos recibidos.
Sin culpa alguna digo que adoro mis cumpleaños, pues no me hacen mas viejo (los tontos que suelen decir eso cuando uno cumple años no se dan cuenta que el tiempo avanza igual para todos), sino que me dan la oportunidad de sentir que los años que cumpli anteriormente me permitieron hacer amigos de verdad y que reafirmo su amistad cada vez que veo la cara de mi mama y su preocupacion por la cantidad de gente que en mi casa se encuentra.
Por eso hoy aprovecho en saludarme y decirme: ¡Feliz dia Renzo!, que sean muchos mas, y tan bien vividos como hasta ahora.
El apanado se los debo.
miércoles, 10 de septiembre de 2008
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