sábado, 2 de enero de 2010

Sabor a mi

El titulo de este post no tiene nada que ver con ese ridiculo bolero del mismo nombre. Es mas, me estoy arrepintiendo de nombrarlo asi, pero la verdad es que no encuentro mejor nombre para este humilde texto. Los sabores en la vida son muy importantes, sobretodo si te remontan a momentos especificos, nos ayudan mucho a situarnos en nuestros recuerdos y memorias y a encontrar en nuestra cabeza pequeños momentos donde fuimos, por decirlo de alguna manera felices (o no tanto).

Los sabores de mi vida empezaron en mi casa, como me imagino que empiezan todos. Como olvidar el sabor de la comida casera preparada por mi abuela o mi mama. La causa rellena, el menestron, los tallarines (rojos, verdes y en mantequilla), el aguadito, las torrejitas de atun y de arroz, la leche con milo, el pan con salchicha huachana del domingo, el jugo de fresa con leche que me hacia mi viejita y que tanto me gustaba (aun me gusta).

La papa rellena y los picarones que hacia la señora de la esquina de mi casa tambien era una delicia, o los panes de manteca que vendian en la esquina de la Av. El Sol con la Av. Amancaes. La chica de jora del mercado o la chanfainita sin bofe de la tia Juanita. ESPECTACULAR. Siempre me acuerdo que mi viejo me dejaba sentado en el mercado en el kiosko de revistas viejas y me alquilaba un par de revistas de El Grafico (viejisimas) donde aprendi a interesarme por el futbol.

Cuando me daban mi libreta de notas (no se porque pero el colegio siempre se me hizo muy facil) mi mama de premio siempre me llevaba a una polleria que quedaba en la Av. La Colmena donde hacian un pollo broaster que yo adoraba. Cuando iba a la casa de mi tio Juan con mi abuelita recuerdo mucho como me enamore de la mermelada de fresa que mi tia compraba los domingos por las tardes. Me encantaba cuando venia mi tio Jaime y me regalaba esas cajas de galletas Field donde venian todos los tipos y como en 4 repeticiones. O cuando tenia propina y me compraba las galletas Miami a granel o el chocolate Butterfield (vuelve por favor!).

El chaufa del Paolin o del Hoo-wa, el tallarin del Union, el lomo saltado de Arturo o mi clasico bisteck apanado con papas montado (recitado de memoria)hasta ahora procuro repetirlos. Una delicia. O el chicharron del Toby, o las empanadas de El Parron, o el lomo del Hikari, etcetera, etcetera, etcetera.

Todo lo mencionado antes me trae me recuerdos increibles, sabores de mi vida, no por la comida, sino por lo recordado, por lo experimentado, por lo vivido, por lo compartido.

Ojala esos sabores no se vayan nunca.

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